jueves, 5 de mayo de 2011

Luz


Los días que duermo poco, por alguna extraña razón, me siento diferente, como ida, en otro lugar. Como si me hubiese despertado en otra parte, o, quizás, como si otra parte de mi se hubiese despertado, o, tal vez, como si alguna parte de mi no lo hubiese hecho... Hoy me encuentro así, extraña, lejana, con la mirada perdida y casi sin sonreír. ¿Quién diría que el dormir poco podría producir tantos cambios en el estado de ánimo de una persona? Sin embargo, los días que no duermo absolutamente nada, me siento muy bien, siento que estoy mas conectada conmigo misma, mas cercana, mas verdadera. A veces suelo usar las noches para dedicarle un espacio y un tiempo a mi ser, como tratar de descansar, pero no físicamente. Sentir la paz, pero con el corazón. Sentir la vida, pero desde la soledad. Sentir el alma, pero desde la esencia. Casi siempre me pongo a pintar todo lo que imagino y lo que me hace feliz o triste.
Pero el problema ahora es lo que me pasa hoy y lo que me suele pasar ultimamente. Podría decirse que siento que las cosas que me rodean son ajenas a mí, casi como ser un fantasma, querer agarrar las cosas y no poder, querer abrazar a las personas y sentir tan solo frío en todo el cuerpo. Pero yo se que puedo agarrar las cosas y hacer de ellas, lo que yo quiera, pero ¿qué quiero? Y también se que puedo abrazar a las personas siempre que sienta un gran afecto hacia ellas, pero ¿que siento? Me encuentro tan distante que no puedo distinguirlo. Las cosas se alejan cada vez más, las personas también; intentan acercarse, pero no lo logran. Solo quiero encontrarme con mi vida y percibirla... Sé que puedo hacerlo.
Ahora me encuentro caminando sola, quizás en el campo, hasta que me detengo. Siento algo frío debajo de mis pies descalzos, no se lo que es, pero no le presto atención. Me concentro en mirar, en el horizonte, dos inmensos ojos con muchísima luz que vienen a recibirme. Estoy segura de que es mi alma, una parte de mí que se me escapó durante toda la vida. Comienzo a escuchar un sonido fuerte y casi molesto. Suspiro, y siento el aire llenando todo mi ser, aquellos ojos dorados están cada vez mas cerca. Entonces puedo ver, puedo verme a mi, pero de una forma completamente diferente, tanto que no puedo describirla... Simplemente verla me produce una paz inmensa y un sentimiento de libertad. Entonces abro los brazos para recibirla, ya casi esta por llegar. Una lágrima se resbala de la punta de mis pestañas y, antes de que termine de deslizarse por mi rostro, siento un aire frío e inmenso que me cubre, y algo así como una sacudida.
De pronto me despierto y estoy en mi cuarto, de noche, pintando un hermoso campo en donde me encuentro parada. Parece tan real que casi puedo sentir el frío del metal y el sonido de la locomotora. Dibujo mis ojos, mirando como se acercan dos enormes luces doradas, iluminándome por completo en la profunda y oscura noche.